LA «CARABELA» DEL PUERTO DE BARCELONA

En Barcelona se han hecho tres réplicas de la nao Santa María, pero ninguna es la icónica carabela que se suele recordar. La primera fue construida en 1926 en Cádiz para la Exposición Iberoamericana de 1929. La más conocida, sin embargo, es la «carabela del puerto» de Barcelona, creada en 1951 en Valencia para la película Alba de América y posteriormente donada a la ciudad.

Exhibida en el puerto junto al monumento a Colón, se convirtió en un símbolo de la ciudad, visitada por generaciones de barceloneses hasta que fue blanco de varios atentados de Terra Lliure en 1990. Los ataques la dañaron gravemente y, debido a los altos costos de reparación, fue hundida discretamente en 1992 frente a Calella.

Otras réplicas destacadas incluyen la construida en 1963 para la Feria Mundial de Nueva York y la de 1968, encargada por Venezuela y exhibida en Caracas hasta 2008. En 1991, se creó una nueva réplica para conmemorar el V Centenario del Descubrimiento de América, financiada por la Fundación Santa María y llevada a Japón, donde sufrió un incendio en 2004.

Mientras tanto, en Huelva, se desarrolló un proyecto para construir tres naves más precisas históricamente, que llegaron a Barcelona en 1990, en un evento importante que contó con la presencia del Rey Juan Carlos I y otras autoridades.

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EL HOTEL COLON DE PLAZA CATALUNYA

Más que un simple hotel, en la primera mitad del siglo XX fue un icono de Barcelona. Su historia, marcada por la efervescencia de la Belle Époque, las convulsiones de la Guerra Civil y la transformación de la ciudad, lo convirtieron en un testimonio único de nuestro pasado.
Sus paredes han visto pasar a reyes, artistas, políticos y ciudadanos anónimos, todos ellos dejando su huella en este emblemático edificio.» Hablamos del Gran Hotel Colón de la Plaza Catalunya.

Barcelona se encontraba en plena efervescencia ante la inminente Exposición Universal de 1888 y numerosos empresarios competían por atraer a los visitantes que llegarían a Barcelona.

Artur Vilaseca, reconocido restaurador gracias a sus cafeterías. El 16 de mayo de de 1888 abrió el primer café de la Plaza Cataluña en los antiguos jardines de Manuel Gibert i Sants.
Nos referimos al emblemático Gran Café del Siglo XIX, popularmente conocido como «La Pajarera».
Por sus tertulias pasaron Santiago Ramón y Cajal, Amadeo Vives, Domènech i Montaner y el doctor Robert. Tuvo que cerrar el 22 de enero de 1895 de cara a la reforma del gran descampado que lo iba a convertir en una de las plazas más amplias de Europa. Vilaseca abrió otro establecimiento muy cerca…pero no tuvo éxito.
Unió esfuerzos con el empresario “americanu” Ramón Pou i Riu para establecer un nuevo y sofisticado establecimiento en la estratégica esquina de la Plaça Catalunya y el Passeig de Gràcia.

Encargado de diseñarlo fue el arquitecto Francesc Rogent, hijo del reputado Elies Rogent. Concibió un edificio de estilo modernista con un gran salón donde cabían más de 100 mesas. En el medio, había un pequeño escenario. Una enorme ventana de cristal dejaba pasar la luz.

Del techo colgaba una impresionante lámpara de oro con muchas luces, creando un ambiente muy especial. Era el rincón perfecto para reunirse con amigos, tomar un café y disfrutar de una tertulia.
Su la terraza era el lugar perfecto para disfrutar viendo pasar a los transeuntes.

Tenía tres entradas: por la plaza de Cataluña, por el paseo de Gracia o por la esquina donde se encontraban estas dos calles.
Tenía cafetería, restaurante y una academia de billar rodeada de gradas de madera.

El Gran Café-Restaurante Colón abrió sus puertas el 26 de mayo de 1897, convirtiéndose rápidamente en un lugar de encuentro para la sociedad barcelonesa. En sus primeros años albergó dos efímeras salas de cine: el Cinematógrafo Georges Demeny, (1897) y el Bioscope (1901).

El Gran Hotel Colón surgió como una evolución natural del exitoso establecimiento original. La transformación fue confiada al renombrado arquitecto Andreu Audet que fusionó los estilos modernista y art decó en la renovación del hotel.

Audet derribó el primer piso para levantar dos plantas. La academia de billar se reconvirtió en restaurante.
El nuevo hotel, inaugurado el 20 de octubre de 1902. Contaba con 60 habitaciones, peluquería y un servicio de carruajes para sus huéspedes.

Era mucho más grande y espectacular que los otros hoteles de la ciudad: el Cuatro Naciones, El Continental, el hotel Falcón, el Oriente, el Inglaterra o el España.

Entre las obras de Audet podemos citar el Teatro Apolo y El Teatro Onofri (actualmente conocido como Teatro Condal) en el Paralelo, el dancing Edén Concert en la calle Nou de la Rambla y el impresionante Casino de l’Arrabassada en el Tibidabo

En 1916 Enric Sagnier y su hijo volvieron a reformar el hotel. Ramón Pou quedó como propietario ya que Vilaseca no pudo sufragar las costosas obras.

El resultado fue un imponente edificio novecentista de siete plantas con 200 habitaciones.
El nuevo hotel conservaba la esencia de su predecesor, manteniendo los amplios ventanales del café en la planta baja que ahora se integraban en una fachada de tres pisos. La esquina con Passeig de Gràcia se coronaba con una vistosa cúpula.

Se inauguró en 1918. En su fachada Llamaba la atención unas enormes letras con el nombre del hotel.
Cuentan que a los barceloneses de la época les causaba admiración el portero del hotel, un enorme ruso llamado Wladimir, que lucía el uniforme como nadie. También era una institución la florista Elisa que vendía en el hotel.

En 1924, un grupo de inversores, liderado por Lluís Plandiura e incluyendo al restaurador Miquel Regàs, adquirió el hotel. Regàs asumió la dirección durante un año, coincidiendo con un hito histórico: la inauguración de la emisora EAJ-1 -Radio Barcelona, la primera radio estatal en España.

Se pusieron potentes altavoces en su terrado para que todos los transeúntes de la plaza pudiesen oír por primera vez en su vida la radio instalada en la sala de baterías de la cúpula.

Rossend Ribas fue nombrado director del hotel en 1929. Durante su gestión, el hotel se transformó en un punto de encuentro de la ciudad, donde se celebraban animadas tertulias en diversos espacios, como la terraza, la cafetería, el bar americano y un restaurante.

La brasserie era el punto de encuentro de la ‘Peña de los Juegos’, un grupo de intelectuales que incluía a Narcís Oller, Joan Maria Guasch, Eduard Toda, Joaquim Cabot y Josep Maria Segarra
Años más tarde, alrededor de una mesa, Sebastià Gasch se reunieron un grupo selecto de artistas y escritores como Josep Vicenç Foix, Fernando Díaz-Plaza, Salvador Dalí… Y cuando visitaba la ciudad, el propio Federico García Lorca

Lluís Plandiura era un gran coleccionista de arte y vocal de la junta de la Exposición Internacional. Entorno a él se reunía en el hotel la peña de ‘Los artistas’ a la que muchos llamaban, ‘La voz de su amo’: Xavier Nogués, Frederic Mompou, Joan Borrell i Nicolau, Francesc Labarta y Josep Dunyach.

El Hotel Colón era mucho más que un lugar de encuentro para artistas. También era un espacio donde se reunían empresarios y políticos de renombre.
Rómulo Bosch i Alsina, impulsor del puerto de Barcelona y alcalde de la ciudad, era un habitual de sus tertulias.

De cara a la exposición se abrió un bar americano con un barman de primera categoría y la Taberna Andaluza, un cabaret encargado al decorador y escenógrafo Oleguer Junyent. Su cuadro flamenco encantó a los visitantes extranjeros. Fue aquí donde las barcelonesas que pasaban por su puerta… ! vieron a mujeres extranjeras cruzando las piernas y fumando!!. había una tertulia artística en la que participaban Xavier Nogués, Borrell i Nicolau, Dunyac, Labarta, Mompou, Ynglada, Porta, Xiró, Casanovas, Cabanyes, Mercade, Junoy, Canals, Campmany; Limona, Amadeu Hurtado. Y no faltaron, en medio de este grupo de artistas del noucentisme, los representantes de la vanguardia ya que alrededor de Sebastià Gasch se reunían Foix, Dalí, los críticos Díaz-Plaza y Montanyà, el escultor Àngel Ferrant y también se añadía el poeta Federico García Lorca cuando visitaba la ciuda

El hotel acogió a personalidades de renombre internacional: el rey Cristian X de Dinamarca, el príncipe Kuni Kuniyoshi de Japón, el escritor Paul Morand, la actriz María Guerrero, Einstein, Winston Churchill, Manuel Azaña o el boxeador Paulino Urkuzun (1926).
El 19 de julio de 1936 el hotel se convirtió en escenario de los dramáticos acontecimientos que marcaron el inicio de la Guerra Civil en Barcelona.
Inicialmente, un grupo de militares sublevados se atrincheró en el edificio, intentando apoyar el golpe de estado.
Su ocupación fue un “visto y no visto”, ya que las fuerzas leales a la República lograron recuperar rápidamente el control del hotel, arrestando a los insurrectos.

Confiscado durante la guerra, el hotel experimentó una transformación radical. Se convirtió en la sede central del Comité Ejecutivo de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU).

Además, sirvió como punto de control del PSUC, con sus característicos retratos de Lenin y Stalin presidiendo la fachada y proclamando su ideología al mundo. Las pancartas y símbolos revolucionarios fueron reemplazados por la parafernalia falangista tras el triunfo de Franco.

Durante la contienda, el edificio había sufrido daños considerables , además, su fuerte asociación con el bando republicano lo convirtió en un símbolo incómodo para el nuevo régimen.
Aunque Eusebi Bona i Puig (1941) planteó un proyecto de reforma, acabó derruido. El solar permaneció vacío durante algunos años hasta que, en la década de 1940, se construyó un nuevo edificio de estilo clasicista para el Banco Español de Crédito, que actualmente alberga la Apple Store.

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