LOS HECHOS DE MAYO de 1937

hechos de mayo de 1937

Barcelona, mayo de 1937. La ciudad condal se sumió en un caos sangriento que puso en riesgo el frágil equilibrio del gobierno de la Generalitat.

Durante seis días, del 3 al 8 de mayo sus calles fueron escenario de enfrentamientos violentos entre facciones republicanas que, hasta hacía poco, combatían juntas contra el fascismo. Mientras los jóvenes luchaban en el frente, en la retaguardia, camaradas se enfrentaron a muerte.

El 19 de abril de 1937, Francisco Franco unificó a carlistas, alfonsinos y falangistas creando el Movimiento Nacional para centralizar el poder y dirigir todos los recursos contra los republicanos.

En contraste, el gobierno legítimo republicano se enfrentaba divisiones profundas. La coalición de izquierdas que lo estaba fragmentada, con tensiones ideológicas y luchas internas que alcanzaron un punto crítico.

En los primeros meses de la guerra, las calles de Barcelona estaban bajo control de las Milicias Antifascistas de Cataluña, dominadas por la CNT/FAI, entonces mayoritarias en el gobierno. Estaban formadas por obreros, campesinos y estudiantes, organizados en unidades armadas para combatir al fascismo. Aunque defendían la República, las milicias abarcaban ideologías desde el anarquismo hasta el comunismo y el socialismo. Seguían a sus líderes, actuando incluso al margen de la ley, guiadas por su ideario revolucionario.

Se inició una persecución contra los religiosos, especialmente maristas. Entre julio y octubre, 172 personas, en su mayoría religiosas, fueron ejecutadas. En las zonas rurales, muchos campesinos, descontentos con la colectivización forzada, se rebelaron, como ocurrió en la Fatarella (25/1/37).

Acciones como nacionalizar fábricas y empresas, incendiar iglesias o proclamar manifiestos revolucionarios no mejoraban la eficacia militar. Urgía una reorganización para formar el Ejército Popular de la República y enfrentarse al avance de los nacionales.

MAYO 1937

El 1 de mayo se suspendió el desfile por el Día del Trabajador. Las tensiones entre las fuerzas del gobierno catalán (ERC, PSUC, CNT, FAI, POUM y UGT) estaban al borde de estallar.

EL DETONANTE

El 2 de mayo, Indalecio Prieto llamó a la Generalitat y el telefonista respondió que no había gobierno, sino un Comité de Defensa. Algo similar ocurrió con Azaña, quien al hablar con Companys fue interrumpido por insultos del telefonista. Era evidente que los anarquistas interceptaban las llamadas desde la Telefónica de Plaza Cataluña.

El 3 de mayo de 1937, Artemi Aigüadé, Conseller de Seguridad Interior (ERC), ordenó desalojar a los anarcosindicalistas del edificio de Telefónica para retomar el control de las comunicaciones. El enfrentamiento dejó más de 80 muertos y desató el caos en las calles.

LA CONTRA REVOLUCIÓN

El 4 de mayo, los anarquistas de la CNT/FAI, apoyados por sectores populares, intentaron iniciar una revolución bajo el lema «ni dios, ni patria, ni rey». Enfrente estaban los del POUM, un partido comunista anti estalinista liderado por Andreu Nin, ex secretario de Trotsky, que se oponía tanto al republicanismo catalanista como al PSUC estalinista.

El martes 4 de mayo, pese a la cercanía del frente a menos de 100 kilómetros, la revuelta se extendió a barrios como Sant Andreu, Poble Nou, Paralelo, Plaza Palau y Vía Layetana. Se declaró una huelga general. Metro, trenes y tranvías, controlados por la CNT, dejaron de funcionar.

El Hotel Colón, requisado por el PSUC como centro de comunicaciones, era usado para enviar informes secretos sobre opositores políticos. Estos documentos serían aprovechados más tarde por el franquismo para la represión. Para neutralizar al PSUC, simpatizantes de la CNT/FAI cercaron el hotel con blindados. Milicianos intentaron sin éxito asaltar el Palacio de Justicia y el Palau de la Generalitat. Hubo 50 muertos.

George Orwell, miliciano del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), Se atrincheró en la azotea del Teatro Poliorama, desde donde vigilaba la sede del POUM ubicada en el Hotel Falcón, situado justo enfrente.

A las 14:00, la CNT y la FAI pidieron un alto el fuego: “¡Deponed las armas! ¡Somos hermanos! Si nos combatimos, estaremos perdidos”. La tregua fue ignorada. Dirigentes del POUM y “Amigos de Durruti” se reunieron en el Principal Palace para proponer la retirada ordenada de las barricadas. Con el caos descontrolado, Largo Caballero trasladó el gobierno republicano a Valencia. El ministro anarquista Joan García Oliver y “Marianet” (CNT) viajaron a Barcelona para asumir el control del orden público.

Ante la crisis,Companys pidió al gobierno central hacerse cargo del orden en Cataluña: “Es vital colaborar con el gobierno de la República si queremos vencer al fascismo”. Federica Montseny y García Oliver exigieron la destitución de quienes asaltaron la Telefónica y llamaron a la calma por radio. Sin embargo, la situación era insostenible para todos.

En la madrugada se pactó un gobierno de transición con Companys como presidente, pero los enfrentamientos continuaron el 5 de mayo en Plaza Cataluña, Gran Vía y alrededores del Palau de la Generalitat. Las fuerzas del orden tomaron la Estación de Francia y desalojaron a anarquistas de la Telefónica.

Sesé, secretario de la UGT catalana, fue asesinado por miembros de la CNT/FAI cuando iba a asumir su cargo en el consejo provisional de la Generalitat.

El 6 de mayo, la Generalitat y la CNT acordaron calmar los ánimos y desarmar al POUM. Se pidió a las fuerzas regresar a sus bases: “¡Camaradas, a vuestros sindicatos, cuarteles y centros! Que todo sea paz”.

Desde Valencia y Madrid llegaron 5,000 guardias de asalto, dos destructores (Lepanto y Sánchez) y el acorazado Jaime I. El 7 de mayo, Largo Caballero rechazó legalizar el POUM. Los anarquistas dejaron el gobierno, y Caballero dimitió el 14 de mayo.

Aunque se acordó liberar prisioneros de ambos bandos, la Generalitat llenó cárceles republicanas con militantes de CNT y POUM. El 17 de mayo, se formó un gobierno moderado liderado por Juan Negrín, con apoyo del PCE y PSUC.

El 4 de junio se ordenó disolver los comités de defensa de CNT, las Juventudes Libertarias y los “Amigos de Durruti”, además de entregar armas. Muchos huyeron al frente o a la clandestinidad. Líderes como Domingo Ascaso, anarquista y Andreu Nin del POUM, fueron asesinados en 1937, presuntamente por órdenes de Stalin.

Mientras tanto, crecían las tensiones entre la Generalitat de Companys, que buscaba autonomía, y el gobierno central de Negrín, que quería centralizar el poder. En octubre de 1937, Negrín trasladó el gobierno a Barcelona para asumir el control total ante el avance franquista.

El SIM (Servicio de Información Militar), manejado por comunistas y socialistas, asumió el rol de las Patrullas, persiguiendo brutalmente al POUM y anarquistas. Se crearon tribunales revolucionarios al margen de la ley para procesar opositores como en la “Torre del Terror” en la Avenida Tibidabo 32. Checas, centros de detención y tortura operaban en antiguos conventos y sedes de organizaciones como el Preventorio De Vallmajory el Hotel Colón.

Con 200,000 refugiados, la hambruna y el agotamiento político, Barcelona estaba al límite. La guerra continuó hasta 1939. Mientras unos destruían iglesias y archivos religiosos, otros exterminaban toda resistencia que oliera a rojo.

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