VALENCIA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
A principios del siglo XX, Valencia era una ciudad en la encrucijada. La industria sedera, que había sido el motor de su economía durante siglos, estaba a la baja debido a la competencia internacional y en 1884, coincidiendo con una epidemia de cólera que mató a casi 13.000 personas, empezó la crisis del arroz alegando las autoridades que su cultivo propiciaba el paludismo. La ciudad se enfrentaba a un nuevo futuro, y tenía que adaptarse a los cambios.
En este contexto, surgieron nuevas actividades productivas en diferentes sectores. La fabricación de muebles, los azulejos y la cerámica, los transformados metálicos y el sector agro alimentario se convirtieron en las nuevas fuentes de riqueza de la ciudad. Estas nuevas empresas eran en su mayoría pequeñas y familiares, y estaban empezando a mecanizarse para aumentar la producción. La ciudad se estaba modernizando, pero aún conservaba su carácter tradicional.
La burguesía enriquecida se estaba volcando en adquirir fincas de secano para plantar naranjos, un cultivo más rentable que las viñas de la Ribera del Xúquer y la Plana de Castellón y más facil de cultivar que el arroz. De menos de 3.000 hectáreas en 1872, se pasó a 37.500 en 1915. La posesión de naranjos llegó a ser un signo distintivo de la burguesía valenciana durante el primer tercio del siglo XX.
VICENTE BLASCO IBAÑEZ
Uno de los líderes de este movimiento obrero fue Vicente Blasco Ibáñez, En 1891 fue elegido alcalde de Valencia (1891-1895). Era masón. Durante su mandato, impulsó una serie de reformas urbanas y sociales, como la construcción de nuevas calles, la mejora del alcantarillado y la promoción de la cultura.
Llegó a ser el político más popular de Valencia. Su magnetismo personal atraía a las masas. Un diputado carlista llegó a decir que «En Valencia no se puede salir a la calle sin el permiso de Blasco Ibáñez». Su actividad política se centró en la oposición a la monarquía y la defensa de la república.
En 1895, Blasco Ibáñez fundó un periódico llamado El Pueblo, donde criticaba al gobierno monárquico de Antonio Cánovas del Castillo por querer continuar la guerra de Cuba.
Las críticas de Blasco Ibáñez al gobierno le costaron un breve exilio en París (1895). Tras su regreso fue procesado, encarcelado y exiliado de nuevo. En 1898, regresó a España y fue elegido diputado hasta que en 1908, abandonó la política para dedicarse a la literatura y emigró a la Patagonia para fundar la colonia La Nueva Valencia con agricultores valencianos.
Valencia estaba impulsando dos grandes proyectos: el ferrocarril directo a Madrid y la línea Valencia-Alicante, además se iba a construir la Estación del Norte (1907-1917).
En 1909, Tomás Trénor Palavicino, ganó las elecciones municipales de Valencia. Trénor impulsará los planes del Ensanche y la Reforma Interior de la ciudad. También Instaló alumbrado eléctrico en las calles más céntricas de la ciudad y reformó la red de suministro de aguas.
PREPARANDO LA EXPOSICIÓN REGIONAL DE 1909
Trénor había visitado la Exposición Universal de Barcelona con la que el alcalde Francesc Rius i Taulet había transformado y promocionado la ciudad (1888). Había que hacer algo similar en Valencia… la idea de una nueva Exposición Regional surgió en el seno del Ateneo Mercantil Valenciano una institución que fomentaba el debate y la educación entre los trabajadores y de la que entonces Trénor era presidente.
No era el primer evento de ese tipo exposiciones anteriores fueron importantes precedentes como las exposiciones regionales de 1867 y 1883 y la Exposición de Motores de 1880.
EL ATENEO MERCANTIL SE OCUPÓ DE LA ORGANIZACIÓN
El Ateneo Mercantil que un año antes (1908) se había fusionado con el Círculo Valenciano, se ocupó de la organización y el Ayuntamiento se encargó de la construcción del recinto. El objetivo de la exposición era mostrar el progreso de la región de Valencia en todos los ámbitos: agricultura, industria, comercio, arte y cultura.
LA INAUGURACIÓN
La inauguración oficial se celebró entre el 22 de mayo y el 31 de julio de 1909 en el antiguo cauce del río Turia pues se quería impulsar el desarrollo de la ciudad en dirección al mar. Hoy correspondería a la zona de La Alameda.
El tren real había salido de Madrid a las cinco de la mañana y llegó a Valencia a las seis de la tarde junto al presidente de gobierno Antonio Maura. La estación estaba abarrotada de cientos de asistentes que querían ver a Alfonso XIII y al presidente en persona.
Tomás Trénor, tras entregar las llaves de la ciudad al monarca partieron con la comitiva al Pabellón de la Industria, donde se celebró la ceremonia de apertura. Era el pabellón el más emblemático de la muestra. Como era propietario de éste la Fábrica de Tabacos, la organización tuvo que negociar su cesión durante 1909 y 1910 a cambio de construir para Valencia el Asilo de Lactancia, hoy convertido en Balneario de la Alameda.
Entrar al recinto ferial costaba 50 céntimos los días de cada día, una peseta los días especiales y 25 céntimos los festivos y domingos hasta las 12 del mediodía. Además de unos 80 pabellones, (fotos) el recinto estaba ambientado con jardines, fuentes, monumentos, un lago con barquitas, un tobogán de 26 metros de altura, atracciones de vagonetas que pasaban por oscuros túneles, un casino y La Pista, una gran explanada en la exposición regional de Valencia, albergaba espectáculos y actividades deportivas.
Todo el recinto era iluminado por las noches con 40.000 lámparas incandescentes. El resplandor de la luz era tan intenso que podía verse desde las poblaciones cercanas. En sus 233 días de puertas abiertas, recibió a más de dos millones de visitantes.
Hoy en día, sólo ha llegado a nuestros días un único edificio de aquella cita: el Palacio de la Exposición, que hoy alberga el Museo de la Ciudad.
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