En el corazón de la Barcelona medieval, el convento de Montsió fue un auténtico nómada de piedra. A lo largo de los siglos, su historia estuvo marcada por mudanzas, guerras y reconstrucciones que lo convirtieron en un reflejo de la agitada vida de la ciudad.
LA INFANTA MARÍA DE ARAGÓN (1299-1347)
La fundación se remonta a la infanta María de Aragón (c.1299-1347), hija de Jaime II y de Blanca de Nápoles. Tras enviudar en 1322, ingresó en la Orden del Hospital, primero en Tortosa y después en el monasterio de Sigena, donde su hermana Blanca ya era priora. Con la intención de fundar un convento de dominicas en Barcelona, María se puso en contacto con la Orden de los Predicadores y contó con el apoyo de su hermana y del influyente fray Nicolau Rosell, futuro cardenal.
María murió en 1347, probablemente en Sigena, antes de ver realizada su idea. En su testamento dejó dispuesta la fundación del Monasterio de San Pedro Mártir en Barcelona y legó sus bienes para ello. Se cree que fue enterrada en el convento de Santa Catalina de Barcelona, junto a su hermana Blanca, hasta que en 1549 sus restos fueron trasladados al claustro de Santa María la Real de Montesión.
1351 LA FUNDACIÓN
El primer convento se inició en 1351 en un paraje llamado Mas d’en Bissanya, junto a la playa y las Atarazanas Reales, un emplazamiento vulnerable al estar fuera de murallas. En 1357 se instalaron allí las primeras monjas, encabezadas por la priora Constança de Bellera, procedentes del monasterio occitano de Prouille. Sin embargo, en 1359 tuvieron que huir tras un ataque de la armada castellana durante la Guerra de los Dos Pedros.
1370 PRIMER TRASLADO DEL CONVENTO
Superado el conflicto, en 1370 el rey Pedro IV el Ceremonioso les ofreció unos solares cerca del Hospital de Colom, germen del futuro Hospital de la Santa Creu, en el Raval. En 1390 adquirieron la capilla de Santa María de Montsió, construida poco antes por los canónigos agustinos de Santa Eulàlia del Camp. El monasterio quedó instalado en la zona del Portal de l’Àngel y la calle Montsió hasta 1423, adoptando definitivamente el nombre de Santa María de Montsió.
El convento sufrió de lleno las convulsiones bélicas de la ciudad. Durante el asedio de 1714, en la Guerra de Sucesión, fue bombardeado y las monjas se vieron obligadas a huir. Cuando regresaron, tuvieron que emprender largas y costosas restauraciones. Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) el monasterio fue saqueado en dos ocasiones y en 1823 ocupado por las tropas de los Cien Mil Hijos de San Luis.
La Desamortización de Mendizábal en 1835 supuso un nuevo revés: las dominicas fueron expropiadas y expulsadas. Al poco tiempo, un grupo de burgueses alquiló el convento para destinarlo a teatro y música, dando lugar al “Liceo Filarmónico-Dramático Barcelonés”, conocido como Liceu de Montsió, germen del actual Gran Teatre del Liceu. Entre 1836 y 1845 el refectorio conventual funcionó como sala de espectáculos. En 1845 el Ayuntamiento devolvió la propiedad a las monjas, mientras la burguesía levantaba en la Rambla el nuevo coliseo operístico, inaugurado en 1847 con más de 2.300 localidades, que llegó a ser el mayor de Europa.
TRASLADO A LA RAMBLA DE CATALUNYA
La revolución liberal de 1868 forzó otra expulsión. Las dominicas encontraron refugio temporal en el convento de la Mare de Déu dels Àngels, hasta que en 1875 recuperaron Montsió en estado ruinoso. Decidieron vender el solar y con ese dinero levantar un monasterio en el emergente Eixample. Entre 1882 y 1888, el arquitecto Joan Martorell i Montells dirigió el traslado piedra a piedra de la iglesia, el claustro gótico y la sala capitular a la Rambla de Catalunya, esquina con Rosselló.
El solar original fue adquirido por los industriales Pere y Francesc Martí i Puig, que encargaron al joven Josep Puig i Cadafalch sus primeros edificios en Barcelona. Allí, en 1897, se inauguró la célebre cervecería Els Quatre Gats, que se convertiría en centro de la bohemia modernista.
La Guerra Civil volvió a golpear al convento. El edificio de la Rambla de Catalunya quedó destrozado y desapareció la cripta gótica donde reposaban las infantas María y Blanca. Tras la contienda, las dominicas tuvieron que abandonar nuevamente la clausura.
1947 TRASLADO A ESPLUGUES DE LLOBREGAT
En 1947, la comunidad decidió trasladarse a Esplugues de Llobregat. Allí compraron la finca de Can Casanovas al conde de Montseny y reconstruyeron el claustro junto a una nueva iglesia dedicada a la Asunción. El traslado se completó el 1 de noviembre de 1950.
Con el paso de las décadas, el monasterio de Esplugues acusó el desgaste del tiempo y la falta de vocaciones. A finales de 2021, las pocas monjas que quedaban abandonaron el recinto. Algunas se trasladaron al convento de Nostra Señora dels Àngels i Santa Clara de Manresa, junto a Sor Lucía Caram, y otras fueron acogidas en el Monestir de Sant Domènec de Guzmán de Sant Cugat del Vallès.
EL CONVENTO COMO ESPACIO CULTURAL PERO NO DE CULTO
En 2024, el Ayuntamiento de Esplugues compró el conjunto por 7 millones de euros, que incluía el convento, el claustro gótico y la masía modernista de Can Casanovas. El alcalde, Eduard Sanz, aseguró que el recinto no se transformaría en un hotel de lujo, sino en un espacio cultural y ciudadano, tal como había deseado la última priora, Montserrat Salvador. Parte del dinero de la venta fue donado a fundaciones sociales como la Fundación CECAS, vinculada a Cáritas, y otra parte destinada al monasterio de Sant Domènec de Guzmán en Sant Cugat.
El Ayuntamiento de Esplugues ha anunciado que restaurará el conjunto y promoverá su declaración como Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN), garantizando así la preservación de uno de los conventos más itinerantes y simbólicos de la historia de Barcelona.
FUENTES CONSULTADAS/AGRADECIMIENTOS
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