BARCELONA 1854
Estamos en Barcelona a mediados del siglo XIX. Algunos indianos estaban llegando a la ciudad con sus fortunas para jubilarse entre los suyos. También llegaban campesinos arruinados desde otras comarcas de Cataluña para trabajar en alguna de las casas fábrica que se apiñaban entre las viviendas del raval que hasta hacía poco habían sido huertos. ¡Las fachadas de los pisos estaban negras de tantos humos que soltaban sus máquinas de vapor!.
Era la ciudad más congestionada de Europa!. La densidad de población era cuatro veces superior a la actual. Unos 187.000 vecinos vivían apiñados sobre todo en el actual casco antiguo y en la Barceloneta rodeados de seis kilómetros de unas murallas que ya no tenían sentido ni a nivel estratégico, ni defensivo, impedían su crecimiento.
La única forma crecer era añadir plantas a los edificios ya existentes o levantar arcos entre las calles, la mayoría estrechas y húmedas, para crear nuevas viviendas en los interespacios.
Paradógicamente, frente a la ciudad había un llano casi yermo que doblaba por 20 las dimensiones de la ciudad considerada como “Plaza Fuerte Militar”. Barcelona había sufrido en unos setenta años (1641-1714) siete asedios. Por ello estaba prohibida toda edificación en ese llano a menos de un kilómetro y 200 m. de la muralla, la distancia a un tiro de cañón..
LAS NUEVAS DOCTRINAS HIGIENISTAS
De Europa estaban llegando doctrinas higienistas que proponían mejorar la salubridad de las ciudades derribando las murallas para ganar en espacio, ventilación y luz.
En 1838 el baron de Meer y la Junta de Ornato de la ciudad ya habían propuesto ampliar la ciudad entre los baluartes de Tallers y Junqueres… pero todo quedó en una petición desatendida…
El Ayuntamiento se hizo eco de las continuas demandas ciudadanas. Convocó un concurso de ideas (1854) sobre las ventajas de tirar los muros. Lo ganó Pere Felip Monlau (1808-1871), afamado científico y médico higienista. título de «Abajo las murallas!!!». Jaime Balmes, pensador y teólogo también publicó artículos defendiendo su derribo.
LA EPIDEMIA DE CÓLERA
En Julio de ese 1854, un inesperado acontecimiento estaba a punto de paralizar la vida cotidiana: el cólera estaba llegando a España. En Barcelona, al principio, hubo pocos casos, pero pronto la propagación del mal tomo el carácter de una epidemia horrorosa. El terror se apodero de los barceloneses. Los que podían permitírselo abandonaron la ciudad para refugiarse en las poblaciones vecinas.
Las calles se quedaron sin vecinos, los comerciantes también echaron el cierre a sus negocios. Hacía poco que se había abierto una calle (1823) para comunicar la rambla con la plaza de la Constitución, actual Plaza de Sant Jaume. Era la más comercial …. ¡Estaba tan vacía que el musgo apareció entre las juntas del enlosado de las aceras!.
Sólo quedaron en la ciudad los obligados por el deber, como boticarios, herbolistas y médicos… y los obligados por la miseria.
La Casa de la Caritat y el Hospital de la Santa Creu no daban al abasto con tantos enfermos.
Algunas familias con algún miembro enfermo de cólera lo abandonaban dejando un ataúd en la puerta del piso. Los gorriones golondrinas y vencejos también desaparecieron del cielo. Nadie sabía si la infección había llegado con los barcos del puerto o si era una cuestión de las aguas.
Sospechando que el microbio causante de la epidemia estaba en el aire, las autoridades ordenaron que en los cruces de las calles encendieran hogueras. Densas columnas de humo se elevaron por encima de la ciudad. Faltaba el trabajo y ni siquiera mendigar por las calles era una opción para sobrevivir.
Para que el hambre no causará mayores estragos que la misma y peste, el gobernador civil de la ciudad, el social liberal Pascual Madoz, solicitó al gobierno (17 septiembre 1854) el permiso para derruir las murallas.
¡ABAJO LAS MURALLAS!
Ese año de 1854, cuando muchas ciudades españolas y europeas empezaron a derruir sus murallas, Barcelona tuvo el permiso militar para empezar a derruir las suyas.
La Junta Revolucionaria Provisional de Gobierno de Barcelona, para deshacerse del recinto amurallado, constituyó la Junta de Derribo Ciudadana con Antoni Rovira i Trías como director de las obras.
El día más esperado durante tantísimos años fue el 24 de agosto de ese 1854, una de las principales fechas clave en la historia de Barcelona… y se lo debemos, en gran parte, a Madoz. En ese mismo otoño la epidemia se fue apaciguando… había matado a 6419 barceloneses
Las inmensas obras que se avecinaban garantizarían el sustento de los desesperados.
En principio se reclutaron a 7000 hombres a 6 reales el jornal. El derribo empezó en la calle Tallers. Las murallas siguieron cayendo…hasta 1854.
En 1862 sólo quedaban en pie las zonas exentas de derribo por ser de titularidad militar: la muralla de mar, las Atarazanas, donde habían unos cuarteles, el castillo de Montjuic y la Ciudadela.
Barcelona estaba lista para emprender en pocos años el Pla Cerdà, que creará prácticamente desde cero la Barcelona moderna…pero de ello… os hablaremos en otro capítulo…
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CRONOLOGÍA
Fecha | Evento |
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1842 | Barcelona sufre siete asedios en setenta años. |
1838 | El barón de Meer y la Junta de Ornato de la ciudad proponen ampliar la ciudad entre los baluartes de Tallers y Junqueres. |
1854 | El Ayuntamiento de Barcelona convoca un concurso de ideas sobre las ventajas de tirar los muros. Lo gana Pere Felip Monlau (1808-1871), afamado científico y médico higienista. |
Julio de 1854 | El cólera llega a España. |
17 de septiembre de 1854 | El gobernador civil de Barcelona, Pascual Madoz, solicita al gobierno el permiso para derruir las murallas. |
24 de agosto de 1854 | Comienza el derribo de las murallas de Barcelona. |
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