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El Camp de la Bota es un espacio histórico situado en el antiguo Delta del Besòs donde hoy en día esta la zona del Fòrum de les Cultures y el nuevo puerto deportivo.

SITUACIÓN

Históricamente, ha sido un espacio de frontera difusa entre los municipios de Barcelona y Sant Adrià de Besòs, algo apartado de los núcleos de población de ambos municipios, y alejado de los principales caminos.

ORIGEN DEL NOMBRE

El origen de su nombre no está muy claro. Sin embargo, la tradición popular y una parte de la historiografía coinciden en señalar que surgió tras la invasión napoleónica de la Península Ibérica, por un pequeño montículo del terreno, en francés denominado, butte. La denominación hizo fortuna y así se quedo, como el Camp de la Bota.

EL CASTILLO DE LAS CUATRO TORRES

La segunda mitad del siglo XIX el proletariado catalán se enfrentaba abiertamente con la patronal. En 1855, en Barcelona, se organizó la primera huelga general de la historia de España.

El capitán general de Cataluña, Juan Zapatero Navas, apodado “el tigre de Cataluña” por su crueldad, mandó construir el Castell de les Quatre Torres (1858) como un elemento de represión hacia los levantamientos obreros que pudiera haber en las industrias de Sant Martí de Provençals, entonces un municipio independiente de Barcelona.

PRIMERAS CASITAS

También durante la segunda mitad del siglo XIX se construyó un pequeño núcleo de casas sencillas y alguna barraca en una franja de playa situada entre el mar y un muro costero de la fábrica de Can Girona. Este núcleo de casas fue conocido con el nombre de barriada de Pequín.

EL PARAPETO

En 1921 se construyó en el Camp de la Bota el Parapeto, una instalación militar destinada a prácticas de artillería. En 1934 una fuerte tempestad destruyó la barriada de Pequín por completo y su población buscó refugio cerca del Castillo. Justamente en aquel mismo año se había cerrado la Escuela de Artillería fundada a mediados del siglo anterior.

Principios del siglo XX. Soldados frente a la fortaleza

LUGAR DE FUSILAMIENTOS

El 18 de julio de 1936 un grupo de militares fascistas se sublevó contra el gobierno legítimo de la II República. En Barcelona fracasaron en su intento de tomar la ciudad y se rindieron al día siguiente. 44 militares rebeldes implicados en el golpe de estado fueron fusilados en el Camp de la Bota entre septiembre y octubre de 1936.

Sin embargo, fue tras la Guerra Civil cuando el Camp de la Bota sufrió el genocidio que le acabó dando su siniestro recuerdo. La Dictadura utilizó este espacio para fusilar a un gran número de personas represaliadas.

Muchas de ellas eran presas y presos políticos cuyo único delito fue haber pertenecido a un partido político o estar afiliado a un sindicato, aunque en algun caso la mera sospecha fue suficiente. A las víctimas se les hacía un juicio sumarísimo sin ninguna garantía jurídica y eran ejecutados al alba.

En 1952 se celebró en Barcelona el Congreso Eucarístico Internacional, un importante acontecimiento religioso que no se celebraba desde 1938. Fue una de las primeras muestras de apoyo exterior al régimen de Franco en el contexto de la Guerra Fría y pareció legitimar el discurso nacional-católico que había adoptado la Dictadura tras la derrota del fascismo en Europa. El Papa exigió para su celebración el fin de los fusilamientos en el Camp de la Bota. Sin embargo, el régimen siguió ejecutando a disidentes hasta la muerte del dictador.

Celebración del Congreso Eucarístico. 1952, Barcelona

EL BARRIO DE PEQUIN, EXTENSIÓN DE BARRAQUISMO

Con el fin de las ejecuciones y la marcha de los militares, la población del barrio de Pequín empezó a extenderse por el Camp de la Bota. De esta manera surgió este conocido barrio de barracas que fue creciendo paulatinamente con la llegada de inmigrantes venidos de distintos puntos de España.

barraquistas del Pequín.

El barrio estaba dividido entre Sant Adrià de Besòs y Barcelona por la frontera histórica de los dos municipios: la sèquia Madriguera (actual avenida Sant Ramón de Penyafort), la zona del Castell, también conocida como Pequín (Barcelona), y la zona del Parapeto (Sant Adrià), donde estaba el parapeto, zona que fue de mayoría gitana..

Como en todos los barrios de barracas de Barcelona y alrededores, sus habitantes vivían en viviendas autoconstruidas. En algunos casos de no más de 20 metros cuadrados en los que llegaron a vivir varias familias. Había antiguos pescadores de la barriada de Pequín, pero también muchos trabajadores de las industrias de Sant Martí, tratantes de ganado, disidentes políticos y algún que otro maleante. Como las viviendas eran tan pequeñas, la vida se hacía mayoritariamente en la calle.

UN BARRIO SIN LOS SERVICIOS BÁSICOS

Las calles estaban sin asfaltar y cuando llovía se convertían en un auténtico barrizal, como en las inundaciones del 62.

Con el tiempo se establecieron bares, peluquerías, tiendas y comercios. Las barracas no tenían agua corriente y, por ello, se construyeron lavaderos, fuentes y baños públicos. El barrio incluso llegó a contar con un campo de futbol, en el que jugaba el Club Deportivo Mediterráneo.

PRIMERAS ESCUELAS

A finales de los años 50, tras dejarlo los militares, los Escolapios se hicieron cargo del Castell de les Quatre Torres.  

Allí fundaron, a principios de la década siguiente, una escuela para educar a los niños y niñas del barrio. En esta escuela se impartía una enseñanza muy distinta a la del régimen. Uno de sus principales impulsores fue Francesc Botey, muy influido por los principios de la teología de la liberación surgida durante aquellos años. Botey llegó incluso a ser encarcelado por las autoridades franquistas en la prisión de Zamora por sus ideas contrarias al régimen.

En el Camp de la Bota también había un dispensario. Tal como recordaba Carles Ronda, que fue responsable técnico del dispensario entre 1969 y 1974, la situación sanitaria del barrio era muy precaria. Para paliar la situación trabajaron algunas asistentes sociales vinculadas a Cáritas. Una de ellas era Rosa Domènech, que estuvo allí entre 1962 y 1969. La labor de estas asistentas sociales fue clave en la dignificación de la vida de sus habitantes.

Parvulario Los Ángeles.

En los años 60 también se fundaron diversas iniciativas de carácter educacional llevadas por voluntarios, como por ejemplo la guardería infantil “Los Ángeles”.

Aula de Chipen Talí

Y en la zona del parapeto se crearon: la guardería Belendai (que en caló significa “amor de madre”), la escuela gitana Chipen Tali (que en caló significa “verdad y libertad”) y la cooperativa y escuela de artesanía gitana.

ASOCIACIONISMO DEL BARRIO

Para las autoridades franquistas, los barrios de barracas estorbaban.

las riadas de 1962 en el Campo de la Bota

Así pues, con la finalidad de evitar su proliferación, se creó el Servicio de Erradicación del Barraquismo y se estableció un censo de barracas. A los miembros de este servicio los habitantes de las barracas los conocían como “los picos”, porque iban con un pico a derruir cualquier barraca catalogada de ilegal.

En 1971 la escuela del Castell de les Quatre Torres fue abandonada y sus alumnado y profesorado se trasladaron al Colegio Manuel de Falla, de nueva construcción y mejor adaptado para las necesidades educativas.

Colegio Manuel de Falla

LOS BARRAQUISTAS SE TRASLADARON AL BARRIO DE LA MINA

La gente estaba deseando poder vivir en un piso y dejar atrás la precariedad de las barracas. La mayor parte de los habitantes del Camp de la Bota se mudaron al barrio de La MinaLas barracas y el Castillo empezaron a derruirse a partir del 1972. Los edificios del barrio de la Mina son considerados por algunos historiadores como un ejemplo de “barraquismo vertical”.

Quedaron un centenar de familias cuya condición marginal no encajaba en los planes de las autoridades municipales. Estas alrededor de 100 familias fueron alojadas en unos barracones adosados al lado del colegio Manuel de Falla. Ellos serían los últimos habitantes del Camp de la Bota, hasta que en 1989 fueron desalojados a cambio de dinero.

Bloques de La Mina

GRANDES CAMBIOS

En 1977 se inauguró la depuradora del Besòs situada en medio del antiguo barrio de barracas.

Camp de la Bota en 1986. Al fondo, junto a la playa, la depuradora.

La designación de Barcelona como ciudad olímpica obligó a las autoridades municipales a ponerla guapa. Las barracas no lo eran, y sus últimos habitantes fueron desplazados. Los ochenta fueron años de decadencia, droga y marginalidad máxima.

El proyecto del Fòrum de les Cultures acabó por transformar completamente el espacio. Se ganaban 35 hectáreas al mar y los terrenos del Camp de la Bota quedaban engullidos por una gran capa de cemento que cubrió incluso la depuradora.

MEMORIA HISTORICA

En la actualidad ya no queda nada de aquel pasado,  solo algunos recuerdos de este espacio, como una zona de cemento en el Fòrum, tocando a la ronda litoral, denominada Parc del Camp de la Bota y una calle de Sant Adrià cercana al Port Fòrum llamada Avinguda del Camp de la Bota.

En febrero de 2015 una asociación de antiguos barraquistas de Barcelona colocó esta placa en recuerdo a sus habitantes al lado del Museu Blau.

Los fusilados del Camp de la Bota tampoco han quedado en el olvido. En 1992 se inauguró el “Monument a la Fraternitat”, una torre vertical, obra del valenciano Miquel Navarro, y una placa con un texto del poeta Màrius Torres alusivo a este dramático lugar. 

El 18 de abril de 2004 el «Memorial Democràtic y l’Associació Pro-Memòria dels Immolats per la Llibertat a Catalunya» instaló una placa en la antigua zona del parapeto con una explicación del significado histórico del lugar.

En 2015 el Ayuntamiento de Sant Adrià inauguró una placa que recuerda las once mujeres fusiladas en el Camp de la Bota.

Finalmente, en febrero de 2019 se hizo un acto en memoria de las víctimas de la dictadura y se inauguró un mural con los 1.706 nombres y apellidos de las personas fusiladas por el franquismo que actualmente estan documentada. Muchos de los asesinados lo fueron por su militancia política.

Memorial Camp de la Bota.

En el 2017, dentro de un ambicioso proyecto de recuperación de la memoria histórica a nivel de toda Cataluña, la Generalitat inició los trámites, a petición del Ayuntamiento de Sant Adrià, para crear un espacio dedicado al recuerdo de las personas fusiladas en el Camp de la Bota.

Pese a que la construcción del Fòrum de les Cultures ha borrado todo rastro de aquella geografía, la ciudadanía se resiste a olvidar su legado, y su memoria sigue estando muy presente en nuestros días.


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AGRADECIMIENTOS

GUIÓN DE VICTOR MIRABET Y ÁNGEL GIL

Domenech, Rosa, (2005) El Camp de la Bota. Entre els afusellaments i el Fòrum

Monferrer, Josep Maria. “El Camp de la Bota. Un espai una historia”. Barcelona: Octaedro. p.37 Ronda i Escrich, Carles (2014) Radiografia del Camp de la Bota


 

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EL CAMPO DE LA BOTA

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