LOS ORIGENES DE LA IDEA
La chispa para montar una revista underground, canalla y con opciones reales de vender no nació en una oficina elegante, sino en La Floresta, cuando el capo del cómic Josep Toutain se cruzó con otro editor con más calle que corbata: Josep Maria Berenguer. El tipo venía empapado de contracultura made in USA, curtido en viajes donde se codeó con el comix salvaje de Robert Crumb, y con la cabeza llena de nombres de dibujantes tan gamberros como él.
Toutain soltó la pasta: 800.000 pesetas contantes para encender la mecha del primer número, más su respaldo editorial. Berenguer fundó para la ocasión Ediciones La Cúpula, un nombre con doble sentido: vivía en La Floresta dentro de una cúpula geodésica que él mismo había montado, fiel a su espíritu alternativo.
El cuartel general se instaló en Viladomat 152, sexto piso, Barcelona.
1979 NACE EL VIBORA
El primer mordisco de El Víbora vio la luz en diciembre de 1979, con una presentación nocturna en la sala de fiestas Magic, en pleno Born, rodeados de humo, copas y música.
El plan inicial era llamarlo Goma-3, un guiño explosivo al material que usaba ETA. Las autoridades, más tensas que un cable de alta tensión, dijeron “ni de coña”. Tocó buscar otro nombre y nació El Víbora.
“Comix para supervivientes” no era un adorno en la portada: era una declaración de guerra contra el sopor. En el primer editorial juraban volar por los aires “el muermo y las pirañas” de una sociedad “aburrida, autoritaria y descangallada”.
LA BANDA DE DIBUJANTES INADAPTADOS
Desde ese número cero, El Víbora fue el punto de encuentro de una banda de inadaptados geniales: Nazario —autor de la primera portada—, Miguel Ángel Gallardo, Mediavilla, Max, Montesol, Martí, Alfredo Pons, Roger y Sento. El especial sobre el golpe de Estado de 1981 fue dinamita pura: hasta la intelectualidad más estirada empezó a mirarlos con interés.
LA LINEA CHUNGA Y LA RUPTURA DE TABÚES
Se convirtió en el estandarte de la llamada “línea chunga”: un estilo gráfico marrullero, caótico y sin miedo a ensuciar la página, que mandaba a paseo la pulcritud del cómic franco-belga. Aquí no se buscaba belleza, sino dinamitar convenciones con humor ácido y blasfemias a granel.
Y no se quedó en estética: rompió todos los tabúes. Homosexualidad, drogas, energía nuclear, bajos fondos, libertad sexual… todo lo que estaba prohibido o mal visto entraba sin pedir permiso. Era el altavoz de una juventud harta del autoritarismo.
El Víbora se zambullía sin pudor en sexo, drogas, violencia y rock’n’roll. Nazario agitó el panorama con Anarcoma, el detective travesti más punk del papel. Pedro Almodóvar incluso coló su fotonovela Patty Diphusa, puro delirio pop.
CONEXIÓN INTERNACIONAL
No todo eran firmas locales: en sus páginas convivieron Robert Crumb, Gilbert Shelton, Peter Bagge, los hermanos Jaime y Beto Hernández, Charles Burns y Martin Veyron. Una conexión directa entre la rabia gráfica de Barcelona y el underground internacional.
LA BARCELONA LIBERTARIA
La revista era la voz impresa del espíritu libertario de la Barcelona de finales de los 70: la ciudad de Ocaña y sus paseos provocadores por las Ramblas, de los conciertos en Zeleste y el Magic Rock & Roll Club, y de publicaciones como Ajoblanco y Star.
UN FENOMENO DE MASAS
Lo que parecía otra revista marginal condenada a durar tres o cuatro números, se convirtió en un fenómeno: llegó a mover 50.000 ejemplares al mes. Los 80 fueron su década dorada, y entre 1983 y 1984 alcanzó su pico con más de 40.000 ejemplares mensuales. En cualquier quiosco, El Víbora era lectura obligada.
MAKOKI: EL SPIN-OFF MACARRA
En pleno auge, Gallardo y Mediavilla lanzaron Makoki (1982-1984), con el personaje de Felipe Borrallo al frente. Otra joya del papel macarra que hoy es leyenda del cómic underground español.
EL DECLIVE DEL UNDERGROUND ESPAÑOL
A finales de los 80 y principios de los 90, la cosa empezó a torcerse. El cómic underground español entró en crisis, las tensiones entre Berenguer y algunos autores crecieron, y el mercado se encogía. Los videojuegos y el internet incipiente robaron público. Muchas revistas murieron y los dibujantes buscaron refugio en la publicidad o la ilustración. En 2005, tras más de 300 números, El Víbora echó el cierre.
LA REINVENCIÓN DE MIGUEL ÁNGEL GALLARDO
Miguel Ángel Gallardo dio un giro brutal a su carrera: María y yo (2007), sobre su hija autista, y Un largo silencio (2011), sobre su padre en la Guerra Civil, lo colocaron en otro registro, más íntimo y premiado.
Le llovieron reconocimientos: Premio Nacional de Cómic de Cataluña, nominaciones a los Goya y Gaudí por María y yo, y en 2013 el Premio Gràffica a toda su carrera.
2005 EL FINAL DE MAKOKI
Enero de 2005: último número. 26 años en las trincheras y más de 300 entregas. Fue la revista de cómic adulto más longeva de España, solo superada por El Jueves.
Abril de 2012: Josep Maria Berenguer muere de cáncer. Con él se cierra la era heroica de El Víbora y una página fundamental del cómic underground español.
En 2020, en plena pandemia de COVID-19, El Víbora resucitó en digital como El Víbora para supervivientes, regalando semanalmente material clásico y artículos sobre la crisis sanitaria.
FUENTES CONSULTADAS / AGRADECIMIENTOS
https://valenciaplaza.com/libros-comic-valencia-comunitat-valenciana/la-linea-chunga-de-el-vibora
https://es.wikipedia.org/wiki/El_V%C3%ADbora
https://www.efeeme.com/muere-josep-maria-berenguer-fundador-de-el-vibora-y-de-ediciones-la-cupula/
https://elpais.com/cultura/2019/06/19/actualidad/1560946892_712283.html
https://cancionaquemarropa.es/
https://trepanos.es/2025/01/05/la-transicion-y-el-boom-del-comic-adulto/
https://tintaadiario.cronicaurbana.com/blog/el-vibora-un-icono-del-comic-contracultural-espanol/
