Entre piedras blancas y silencios de clausura se alzó un convento que fue a la vez refugio espiritual y monumento político. Se trata del monasterio de Pedralbes de Barcelona. Esta es su historia.
LOS MONCADA Y LA CORONA DE ARAGÓN
Para entender Pedralbes hay que empezar con un apellido de alcurnia: los Montcada. Su ascenso comenzó en el siglo XII, cuando Ramón I de Montcada fue nombrado senescal del conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV. Fue este mismo Ramón quien participó en una operación histórica: el matrimonio de Ramón Berenguer IV con Petronila de Aragón en 1137. Aquel enlace unió el condado de Barcelona con el reino de Aragón y dio lugar a la Corona de Aragón. Los Montcada estaban en el centro de la jugada.
A partir de entonces, su poder creció como una bola de nieve. Controlaban territorios en Cataluña, Aragón y Valencia, y sus ramas se extendían por toda la península. Gobernaban castillos, villas y monasterios, y colocaban a sus hijos e hijas en los mejores puestos: caballeros, abades, consejeros y reinas.
ELISENDA DE MONTCADA Y JAIME II
De esta familia poderosa nació en 1292 Elisenda de Montcada, hija de Pere II de Montcada y Elisenda de Pinós.
Llegó a los 30 años sin casarse, algo insólito para una dama de su rango. Todo cambió en 1322, cuando el viudo Jaime II el Justo la escogió como cuarta esposa.
La boda, celebrada en Tarragona, fue un acuerdo político para reconciliar al rey con la nobleza catalana, en especial con los Montcada. La pareja residió en el Palau Reial Major de Barcelona. Gracias a este apellido, el proyecto de Elisenda de fundar el monasterio de Pedralbes no fue visto como un capricho piadoso, sino como una empresa política y dinástica. Nadie osaba oponerse a los Montcada, y mucho menos a la reina viuda que los representaba.
FUNDACIÓN DEL MONASTERIO
Jaime II murió en 1327, apenas cinco años después del enlace. Elisenda, viuda y sin hijos, no quiso volver a la corte ni buscar otro marido. Decidió levantar su propio monumento: un convento de clarisas a las afueras de Barcelona.

Primero se pensó en otro emplazamiento, pero finalmente se optó por un paraje de Bernat de Sarrià llamado Pedralbes, nombre que procede de petras albas, “piedras blancas”, por la cantera cercana en Sant Pere Màrtir.
El Papa dio su permiso en 1325, las obras empezaron en 1326 y el 3 de mayo de 1327, con el obispo Guillem de Aguiló al frente, se consagró la iglesia. Fue un acto solemne con medio reino presente: el rey, la reina, la corte aragonesa y catalana. Ese mismo día cruzaron el umbral las primeras moradoras: catorce monjas y quince novicias, todas de familias nobles, procedentes en su mayoría del convento barcelonés de Sant Antoni i Santa Clara.
VIDA ECONÓMICA Y CONTROL FAMILIAR
El nuevo monasterio no era sólo un espacio de oración; también se convirtió en una gran institución económica. Desde sus primeros años administraba unas trece masías en el entorno, con tierras de cultivo, viñas y huertos. Para trabajar esas propiedades, el convento contaba con personal externo: campesinos locales y también esclavas de origen muy diverso —tártaras, albanesas, griegas y rusas.
La primera abadesa fue Sobirana d’Olzet, procedente del monasterio de San Antonio de Barcelona. Sin embargo, Elisenda pronto colocó al frente a su sobrina Francesca Saportella, porque fundar un convento era una cosa y dejarlo fuera del control familiar era otra muy distinta.
ARTE Y ARQUITECTURA
Temiendo por la salud del rey, que estaba muy enfermo, el conjunto se levantó en apenas un año. El convento estaba amurallado. La iglesia, de una sola nave y capillas laterales, estaba presidida por un retablo gótico elaborado por Jaume Huguet. Las pinturas de la capilla de San Miguel, pequeñas joyas inspiradas en Giotto y el Trecento italiano, se encargaron al pintor real Ferrer Bassa en 1346. El claustro gótico, iniciado poco después, acabaría siendo el más grande del mundo: tres pisos de arquerías, aunque el tercero no es medieval, sino de 1532.
ELISENDA, ENTRE LA CORTE Y LA CLAUSURA
Tras enviudar, Elisenda se instaló en un palacio contiguo al convento. Nunca profesó como religiosa, pero asumió como propia la regla de las clarisas y mantuvo un férreo control sobre el gobierno y la organización interior del monasterio. Antes de morir en 1357, dejó atado el futuro de la institución: la puso bajo la protección del Consell de Cent, el gobierno municipal de Barcelona, garantizando así que sobreviviera a crisis y guerras.
Elisenda murió el 2 de noviembre de 1364, a los 72 años. Ordenó que su palacio se demoliera para no romper la clausura del convento. Dejó tras de sí un sepulcro único: bifronte. Hacia la iglesia aparece coronada como reina; hacia el claustro, como viuda penitente. Una lección de poder y humildad esculpida en mármol.
LOS SIGLOS OSCUROS Y LA RESTAURACIÓN
Los siglos siguientes no fueron fáciles. El monasterio sufrió la peste negra del siglo XIV, las guerras civiles catalanas y saqueos diversos. Fue ocupado por los napoleónicos en el XIX, desamortizado por los liberales y convertido en hospital y escuela.
En 1877, el arquitecto Joan Martorell se encargó de la reconstrucción de la iglesia. La falta de fondos obligó a parar las obras, que se reanudaron en 1893 gracias a la dote de sor Eulàlia Anzizu, sobrina del banquero Eusebi Güell. En 1909 el monasterio recuperó su esplendor medieval.
SIGLO XX: GUERRA, MUSEO Y PATRIMONIO
La Guerra Civil lo convirtió en depósito de arte y archivo, pero tras 1939 las monjas regresaron y parte del monasterio se abrió como museo. Desde 1949 se permitió el acceso público a una parte del conjunto.
En 1975 se construyó un nuevo convento en el antiguo huerto grande para destinar la mayor parte del edificio histórico a museo. El Museo-Monasterio se inauguró en 1983.
EL FIN DE LAS CLARISAS EN PEDRALBES
En febrero de 2025, las últimas tres clarisas —sor Immaculada, sor Pilar y sor Isaura— dejaron el convento después de casi siete siglos de presencia ininterrumpida. Se trasladaron al monasterio de Vilobí d’Onyar, en Girona. Pedralbes se quedó sin monjas por primera vez desde 1327.
Eso no significa el final, sino un nuevo capítulo. El convento queda ahora en manos del MUHBA y bajo la protección del Ayuntamiento y del Arzobispado, que han prometido mantener las tradiciones y el culto. Las piedras blancas de Pedralbes, testigos de la Barcelona medieval, seguirán hablando… aunque ya sin la oración callada de las clarisas que lo habitaron durante casi setecientos años.
FUENTES CONSULTADAS/AGRADECIMIENTOS
AIXALÀ, Carme; RAMOS, Jordi (2014). Monestir de Pedralbes. República, guerra i patrimoni.
ANZIZU, Sor Eulària (1897). Fulles històriques del Real Monestir de Pedralbes. Barcelona: F. Xavier Altés.
ANZIZU, Eulàlia. Fulles històriques del Reial Monestir de Santa Maria de Pedralbes (compilación de fuentes).
BASSEGODA, Buenaventura (1928). Pedralbes. El convento. Notas de historia y de arte.
CASTELLANO-TRESSERRA (2014). “El projecte fundacional… i el palau de la reina Elisenda.” Anuario de Estudios Medievales (AEM).
ESPAÑOL, Francesca (2014). L’univers d’Elisenda de Montcada i el seu patronatge sobre el monestir de Pedralbes. Lambard.
SANJUST i LATORRE (2010). L’obra del Reial Monestir de Santa Maria de Pedralbes… Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).
clarisas.cat. Monestir de Pedralbes.
La Vanguardia. Monestir de Pedralbes.
portalgironi.cat. Monestir de Pedralbes.
Wikipedia. Monestir de Pedralbes.
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