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El 15 de septiembre de 1862 el autor de “El Patito Feo” (1843), “La Sirenita” (1837) o “Las zapatillas rojas” (1845), Hans Christian Andersen estaba de vacaciones en Barcelona.  Fue testigo de la mayor inundación que haya visto la ciudad…justo cien años antes de las riadas del Vallés (1962).

H. C. Andersen era el más famoso escritor de cuentos del mundo a mediados del siglo XIX. Una de sus pasiones fue viajar… lo hizo intensamente durante 10 años de su vida.

Su amiga Henriette Wulff había vuelto enamorada por el pintoresquismo de España. Él había publicado varias obras relacionadas con la presencia de españoles en Dinamarca.

Andersen y Colin.

Una de sus ilusiones era conocer España y para este fin estuvo haciendo planes durante años.

¡Oh!, quién estuviese en España, es como para ponerse verde de rabia por no poder estar allí!”, escribió a su protector y amigo Edward Collin (julio de 1842)

Hanns, a sus 57 años, pudo cumplir su sueño… iba acompañado de Jonas, un joven zoólogo hijo de su protector y amigo Edward Collin.

06–En septiembre de 1862 cruzaron la frontera por la Junquera camino de Barcelona.

Iban a permanecer dos semanas en la ciudad, alojados en la Gran Fonda Oriente de la Rambla.

Visitó el barrio de la catedral. Disfrutó con el bullicio de sus calles, con el lujo y la vida de los cafés como Casa Almirall o el Marsella, con la abundante y deliciosa comida…¡Estaba encantado con la ciudad!…

Escribió: «Los caballeros. Muy repeinados y elegantes, iban fumando humeantes cigarros, alguno que otro llevaba monóculo, todo parecía enteramente recortado de una revista de prensa francesa 
 Las damas por lo general vestían la favorecedora mantilla española: un largo velo de encaje negro, sujeto al pelo por encima de una gran peineta, desde donde caía hasta más abajo de los hombros; sus finas manos movían con una gracia especial el abanico negro guarnecido de lentejuelas.” 

Quiso ver el Liceo… pero estaba en obras tras un incendio. Paseó por el barrio de la Catedral y se acercó a la Barceloneta para asistir a una corrida en la plaza del Torín, la primera plaza estable de la ciudad construida hacía veintiseis años (1834).

Plaza de toros «El Torín»

La experiencia no le gustó nada. la consideró un espectáculo cruel y primitivo… pero le llamó la atención la gran afición de los barceloneses de todas las clases sociales por la tauromaquia.

La ciudad, que había empezado a derruir la murallas en 1854 ya estaba acabando de desmantelaras en casi todo su perímetro.

Barcelona en 1850

En la Rambla de Canaletas, donde antes estuvo la puerta de Isabel II, se veían aún los muros derruidos y el foso que circundaba la muralla por su lado exterior se había cegado con los cascotes del derribo. Los ingenieros no tuvieron en cuenta que la ciudad estaba desprotegida en caso de un gran aguacero.

Torres medievales de Canaletas.

El verano no había sido lluvioso…pero desde mediados de agosto a mediados de septiembre llegaron las lluvias y con ellas…los problemas!.

14 y 15 DE SEPTIEMBRE 1962: LA GRAN INUNDACIÓN. 

Desde las ocho de la tarde del día 14 de septiembre hasta las doce del día siguiente cayó un manto de agua continuo sobre el llano de Barcelona.

La Riera de Malla, que bajaba desde el norte de Gracia, se desbordó a la altura de la estación de Martorell dirigiendo todo su caudal hacia la ciudad.

estación de Martorell. Foto de 1858
Puente en el camino de Jesus, hoy Paseo de Gracia.

Se inundaron las calles Condal, la plaza de Santa Ana y la Riera del Pi que empezaron a convertirse en afluentes de un rio que desembocaba, por gravedad, en la Rambla.

A la una y media de la tarde, a pesar de que ya no llovía, se inundó la zona de las calles Tallers, Buensuceso y del Carmen. Todo se llenó de piedras, vigas, maderos arrastrados, carretones y lodo.

El puente que había a la entrada del Paseo de Gracia también fue derribado de tantos objetos que se acumularon en él. Las aguas arrastraban todo lo que pillaban por delante, tanto objetos como personas. En las Ramblas la guardia civil se dedicó al salvamento de los transeúntes.

Al romperse el dique de la riera del Bogatell, las aguas fueron dirigiéndose por el Campo de Marte y el Paseo San Juan inundando las calles: Tantarantana, Rec, Princesa, Argentería y los aledaños de la iglesia de Santa María del Mar

a poca distancia, Andersen y Jonás vieron el desastre desde la ventana de su habitación de la Gran Fonda Oriente.

La Rambla en 1862

Tuve miedo por mi joven compañero y también bajé. Entonces vi que, a ambos lados del paseo, un poco en alto, las calzadas eran como un río que se llevaba todo lo que encontraba a su paso. Un carro que llevaba terracota había sido arrastrado calle abajo y el agua saltaba sobre él. Las tablas de las tiendas que habían estado fuera flotaban sobre el agua.

El agua entraba en las casas. Maderas y calabazas parecían navegar por ese río. La gente iba con el agua hasta las caderas y una mujer fue arrastrada por la corriente y hubo naturalmente gritos, pero tres hombres lograron agarrarla y casi en un estado de inconsciencia la llevaron a lugar seguro…En todos los balcones e incluso en las azoteas se veía gente mirando.»

La Rambla era un rio!!. Hay que recordar que siempre había sido una riera…El día siguiente amaneció con un sol espléndido. Todos los vecinos se lanzaron a las calles para ver la magnitud de la catástrofe y colaborar para limpiar todos los destrozos…

Fonda Oriente, después Hotel Oriente

Había más de un palmo de lodo y por todas partes se veían troncos, animales muertos y montones de residuos inservibles. Los templos no pudieron celebrar misa. La iglesia del Pi se inundó hasta la segunda grada del presbiterio.

La zona más perjudicada fue el Pla de la Boquería. Los bordillos de las aceras habían sido arrancados y los cimientos de algunos edificios se quedaron al descubierto.

A pesar del calibre de la catástrofe sólo se tiene constancia de dos ahogados, uno en una tienda de la Rambla de San José y una criatura del barrio del Borne.

«La catástrofe que el agua ocasionó ayer en Barcelona no tiene ejemplo en los anales de la Ciudad Condal.

Las pérdidas materiales, según nos ha manifestado una persona competente, se calculan en unos siete millones de reales y los sustos, trastornos y malos ratos no pueden calcularse.

La única parte que se salvó de la inundación fue el recinto de la ciudad romana y parte de los barrios de San Pedro, San Sebastián y Platería.

Al cabo de dos días empezaron a abrir los comercios. A consecuencia del desastre el ayuntamiento decidió poner alcantarillado en las Ramblas. También se empezaron a reponer las vías del ferrocarril que resultaron en gran parte arrancadas por la fuerza de las aguas.

Los daños a los demás municipios del llano también sufren desperfectos. Gràcia, la Bonanova, el Putxet, Sarrià…: «Como las aguas se han llevado una parte de la carretera de Sarrià, en las inmediaciones del puente del ferro-carril, los ómnibus hasta ese punto han tenido que suspender sus viajes. El ferro-carril que se está construyendo para aquel pueblo también ha sufrido de manera notable.»

El Vallès, y especialmente Cerdanyola y Montcada, tienen desperfectos provocados por los ríos Sec y Ripoll, afluentes del Besòs: «Los desperfectos que ha habido en la vía de Zaragoza son solo en los kilómetros 9, 11 y 14, comprendidos en la sección de esta capital á Serdañola; desde este punto hasta Zaragoza no ocurrió novedad.»

El Llobregat salióse ayer mañana de madre y se estendió por el llano llamado de la marina, por manera que la farola que hay á la desembocadura del rio parecía una isla en medio del mar.»

Desde entonces quedó claro que había que desviar la riera d´en Malla y crear colectores….Había mucho trabajo que hacer! Mano de obra no iba a faltar con la gran crisis que pasaba la industria algodonera.

Andersen y Jonas partieron en barco hacia Valencia para proseguir su viaje por España (Barcelona, Valencia, Almansa, Alicante, Orihuela, Murcia, Cartagena, Málaga, Gibraltar, Tánger, Cádiz, Sevilla, Córdoba, Madrid, Toledo, Burgos y San Sebastián). Al año siguiente, en 1863 escribió su obra “Viaje a España”.

El 7 de marzo de 2006 el ayuntamiento de Barcelona colocó una placa en el actual Hotel Oriente conmemorando la estancia de Hans Christian Andersen. 


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