LOS BARES ANARQUISTAS DEL PARALELO
Al acabar la Primera Guerra mundial el Paralelo era punto de encuentro de los anarquistas donde, entre el bullicio de la vía, conspiraban contra sus patronos. Dos bares fueron especialmente activos, el Chicago, y el Bar de La Tranquilidad.
Barcelona siempre tuvo una larga tradición de cafés. Se iba a socializar, a pasar la tarde como espectador de una tertulia, a jugar al billar, a leer el diario o simplemente a ver pasar la vida en sus terrazas.
En la segunda mitad del XIX empezaron a proliferar los bares. La moda llegó a imitación de las tabernas inglesas, conocidas como “gin palaces”. El nombre de bar vino por su omnipresente barra, llamada “bar” en inglés.
Al bar no se iba a pasar la tarde como se solía hacer en los cafés. Se iba para pasar un ratito, sobre todo para tomar un café o beber aguardiente, ron, anís escarchado o la caña de la Habana. Los parroquianos se sentaban en taburetes frente a una amplia barra que propiciaba las consumiciones.
Algunos de aquellos primeros bares fueron el “Marsella” (1820), en la calle Sant Pau, 65, Bar Almirall (calle Poniente, hoy Joaquín Costa”), “La cantina americana” (1879) en la calle Arc de Santa Engracia, 4…,
La “Botillería americana” (1880) de la calle Avignon, 13), la “Gran botillería y cervecería Missini “ del Paseo de Gracia, 23, “La Batería”, (en la calle Hospital, 1885), el magnífico Bar “Eldorado” (1887), situado en la Rambla, 68 frente al Liceo o el London Bar (1910) de la calle Conde del Asalto, 34.
En 1894 para unir la futura Plaza España con las Atarazanas del puerto, se inauguró una avenida a medio construir de dos kilómetros proyectada por el Plà Cerdà, la Avenida Marqués del Duero, el famoso Paralelo. Quería ser un paseo residencial porticado al estilo de la plaza Real.
EL PRIMER BAR DEL PARALELO, EL CHICAGO
Ese año abrió el primer teatro, el Arnau, del cual tenemos un video! y el primer bar de la nueva avenida, el BAR BOTIJO CHICAGO (1894-1968). Estaba situado frente al actual Molino. De éste teatro también tenemos un video. Enseguida se sucedió la apertura de más y más bares para servir a la vía con más espectáculos por metro cuadrado de Europa.
El Bar Botijo Chicago era un bar del todo anodino, con barra interior y una terraza con mesas de mármol bajo los pórticos del edificio. Compartía los bajos con la farmacia Simó donde se vendían los populares Polvos urinarios y el Bálsamo de los Cartujos.
Para entrar en el Chigago debías ser mayor de edad. Si eras menor tenías que conformarte con tomarte algo en el contiguo Bar Borrell, actualmente aún en activo, donde lo que más destacaba era la enorme cabeza de toro disecada de la Peña Taurina de Joaquín Bernadó. Los domingos frente a los dos bares se ponían los vendedores de quicalla y libros antes de su traslado al actual Mercat de Sant Antoni.
Uno de los clientes del Chicago era un aragonés corredor de fondo, José Omedes. Se sacaba unas perrillas apostándose con la clientela que en 20 minutos podía ir y volver del castillo de Montjuïc.
Otro era Nicomedes Méndez, el verdugo municipal del que hablamos en el video sobre el atentado del Liceo.
En los años veinte el interior del bar Chicago se amplió comiéndose la zona de los porches. Frente al bar había una fuente muy popular por sus excelentes aguas. Los vecinos decían: “voy a buscar agua al Chicago”…
LA TRANQUILIDAD
La clientela de Chicago también lo era del Bar Rosales, entre la calle de Sant Pau y el Paralelo o la taberna “La Tranquilidad” abierto en 1901 en el número 68 de la vía y después trasladado junto al actual Teatro Victoria. Era el bar menos tranquilo de la ciudad.
En 1910 La Tranquilidad se trasladó al número 69 del Paralelo junto al actual Teatro Victoria. Era un local anodino que no llamaba en nada la atención. Tenía un piano, nevera y un largo mostrador. En sus paredes había una gran litografía del idolatrado mártir proletario Ferrer i Guardia.
Durante los años del llamado pistolerismo (1918-1923) en La Tranquilidad se reunían sindicalistas radicales para conspirar contra los pistoleros del sindicato libre de los empresarios.
Aquí se citaban Juan García Oliver, los dirigentes anarquistas Durruti y Ascaso, los hermanos Badía, responsables de la policía de la Generalitat republicana, y el sindicalista Salvador Seguí, que en 1923 fue asesinado en la calle Cadena a la salida del bar La Trona.
La policía siempre procuraba estar al tanto de lo que se cocía en los dos bares y de tanto en tanto organizaba redadas.
En 1928 el bar La Tranquilidad fue comprado por un sindicalista leridano, Martí Sisteró que tenía antecedentes por traficar con cocaína. En 1932, fue deportado a Villa Cisneros junto a Durruti y Ascaso y puesto en libertad, en gran parte gracias a Ramón Franco, hermano del futuro dictador y entonces diputado de ERC. La Tranquilidad aguantó unos años más, hasta el estallido de la guerra civil, cuando cerró para siempre.
En cambio, el Chicago le sobrevivió. Frente a él, el 19 de julio de 1936, los anarquistas colocaron barricadas para impedir el golpe de estado orquestado desde Marruecos.
En 1956 fue totalmente renovado por el decorador Ramón Carrera perdiendo su antiguo encanto…y con ello mucha clientela. A la muerte de su propietario (1962) se cerró el bar y en su lugar se instaló una sucursal bancaria.
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FUENTES CONSULTADAS Y AGRADECIMIENTOS
lavaix2003.blogspot.com
barcelofilia.blogspot.com
Xavier Theros
FOTOS Joan Sabater, La Jodida decadencia